Como bien sabéis, el centro Crímina para el estudio y prevención de la delincuencia es un moderno centro de investigación que, a través de sus múltiples planes de estudios, pretende ofrecer una formación criminológica de vanguardia. Para esta ocasión, queremos aprovechar este espacio para hablar de una de las lineas de especialización que ofrece el Máster Oficial en Análisis y Prevención del Crimen (MAPc): la criminología ambiental. ¿Sabes de que se trata? Pues bien, si no conocías esta moderna corriente criminológica,  las premisas de la perspectiva ambiental pueden resumirse en tres puntos, según Wortley & Mazerolle (2008): la influencia del ambiente en la conducta delictiva, la no aleatoriedad de la distribución espacio-temporal del delito, y la utilidad de los elementos anteriores en el control y prevención del delito.

La conducta criminal está influenciada por el ambiente inmediato en el que ocurre, este no tiene un papel pasivo, sino que participa como elemento criminógeno afectando al comportamiento y al proceso de toma de decisiones del criminal. El crimen, a su vez, no se distribuye de manera azarosa, sino que se concentra alrededor de ambientes que, por sus características, facilitan la actividad criminal. Bajo esta idea surge la llamada Criminología Ambiental, disciplina que estudia los sucesos criminales no desde el punto de vista del delincuente como sujeto individual que está fuera de un contexto, sino como resultado del encuentro entre un criminal motivado para cometer un delito, que se rodea de objetivos delictivos potenciales en momentos específicos del espacio y el tiempo. La Criminología ofrece variadas explicaciones para el fenómeno de la delincuencia, pudiendo ordenar sus distintas teorías en tres niveles, en función de si inciden en las características individuales del delincuente, en el contexto social, o en el ambiente físico.
Tradicionalmente la Criminología clásica dedicó todo su esfuerzo a profundizar sobre el primer nivel, centrándose en el estudio de la criminalidad desde una perspectiva etiológica que trató de identificar los factores que explican por qué un individuo se convierte en infractor. (Fernández Molina, Vázquez y Belmonte, 2011). Perspectivas como la Biología, la Sociología o la Psicología intentaban dar una explicación del delito estudiando el comportamiento y las motivaciones del delincuente. Con el objetivo de reducir el delito, se diseñaron estrategias de intervención consistentes en caros y ambiciosos programas sociales y tratamientos rehabilitadores que buscaban convertir a los delincuentes en ciudadanos sanos y adaptados. A comienzos de los años setenta, un grupo de autores británicos y norteamericanos publicaron una serie de trabajos donde se criticaba este sistema basándose en el escaso éxito que habían tenido y los abusos que habían permitido, autores como Jeffery, Jacobs o Newman denunciaban el fracaso del sistema social, de justicia, de prisiones y policial, ofreciendo planteamientos alternativos centrados en la modificación del ambiente en vez de en la figura del delincuente (Medina, 2011).
A partir de este punto nace un conjunto de modelos teóricos que han dado pie a un importante núcleo de teorías criminológicas encuadradas en lo que se conoce como Criminología Ambiental, que no se interesan tanto por explicar la dimensión individual del hecho delictivo, sino que se centran en valorar el nexo entre la condición de vida urbana y delincuencia. (Medina 2001, citado por Fernández Molina, Vázquez y Belmonte, 2011). El estudio del comportamiento individual del delincuente es importante, pero desde este único nivel no resulta posible explicar la totalidad de un fenómeno complejo en el que interactúa una gran casuística de factores (Vozmediano y San Juan, 2010),  es por ello que no hay que perder de vista la idea de que el sujeto se mueve dentro de un contexto, un espacio donde existen oportunidades u obstáculos para delinquir -en función de si su diseño es crimípeto o crimífugo (1 y 2)- y es por ello que focalizar la atención en el nivel ambiental puede permitir analizar en profundidad el peso específico que el escenario tiene para explicar la conducta infractora y diseñar estrategias de intervención especializadas (San Juan, 2013).
Estas teorías analizan las áreas en las que el delincuente vive, tratando de dar respuesta a por qué determinados lugares dentro de los espacios urbanos exhiben una mayor tasa de delitos y proponen de qué forma el desarrollo urbano puede contribuir a la delincuencia (Medina 2001, citado por Fernández Molina, Vázquez y Belmonte, 2011). El punto de partida es que los delincuentes no son sujetos que sufren alguna forma de patología que los hace diferentes del resto de los humanos, sino que participan en comportamientos delictivos como respuesta a las condiciones sociales en las que viven en el contexto urbano. (Vozmediano y San Juan,  2010)
Como ya se ha indicado, el objeto de análisis del estudio de la Criminología Ambiental son los elementos ambientales/espaciales de los delitos, los cuales se han integrado progresivamente en una serie de teorías sobre el comportamiento criminal y el hecho delictivo así como una serie de principios y prácticas, que se vienen denominando Análisis del Delito “Crime Analysis”  (Vozmediano y San Juan,  2010), ambos están interesados por el evento delictivo y hacen hincapié en los determinantes situacionales y se diferencian en que el análisis del delito analiza información sobre eventos delictivos con el fin de detectar patrones y tendencias  mientras que la Criminología Ambiental propone explicaciones teóricas para su comprensión (Wortley y Mazerolle, 2008).
Extracto del tópico “Criminología ambiental” de CRIMIPEDIA

Si queréis conocer mejor esta moderna corriente criminológica, podéis visitar su entrada en CRIMIPEDIA (ver entrada aquí).


Foto: https://scenacriminis.files.wordpress.com/2015/02/cittc3a0.jpg